Hoy en día nos parecería impensable que nuestra casa o bloque no tenga una caldera para calentarnos. Todos conocemos a Thomas Edison, el inventor de la bombilla, pero, ¿a quién tenemos que agradecerle que no nos congelemos en casa durante el invierno?
La historia de la caldera está inevitablemente ligada a la de la máquina de vapor.
El ingeniero, químico e inventor escocés, James Watt Watt, presentó una serie de mejoras sobre la máquina de vapor primigenia que había creado Newcomen en 1705, que se utilizaba básicamente para bombear el agua de las minas.
Watt veía que la máquina de Newcomen no era capaz de exprimir toda la fuerza del vapor y que era un derroche. Por eso, para mejorarla, desarrolló un condensador que permitía que el vapor se concentrara en una cámara diferente a la del pistón, lo que permitía ahorrar una gran cantidad de energía y aumentaba su potencia.
La máquina de Watt tenía un almacenamiento de unos 150 litros de agua, que se calentaba y generaba vapor, lo que permitía subir la temperatura de cualquier lugar a través de las tuberías. Su invento revolucionó la forma de calentar los edificios y, hoy en día, aún se conservan algunas calderas de vapor en ciudades como Nueva York.
No contento con ello, siguió introduciendo mejoras a su invento y también consiguió que el vapor moviese los pistones, tanto en sentido ascendente como descendente.
Gracias a James Watt, la máquina de vapor dio un paso más allá del simple bombeo de agua y empezó a utilizarse como motor de tracción, propiciando el impulso de la primera Revolución Industrial. La máquina de vapor era capaz de mover maquinaria pesada, por lo que se pudieron crear las primeras fábricas. También produjo una auténtica revolución en el mundo del transporte gracias al surgimiento de la locomotora a vapor.
Para medir la potencia de las diferentes calderas, James Watt creó la unidad Caballos de vapor. En honor a su contribución en el desarrollo de la máquina de vapor, la unidad para medir la potencia eléctrica, se bautizó watt, que en castellano lo traducimos como vatio.
Como curiosidad, en su memoria hay un cráter lunar y un asteroide también llamados Watt, pero eso ya es otra historia.